Resumen

La ciudad de México y su antecesora la destruida Tenochtitlan suman hoy 673 años de desarrollo urbano conti­nuo, sobre un subsuelo arcilloso tan blando que alguien lo calificó como un "fango estructurado", donde el reto de cimentar estructuras empezó con los grandes templos aztecas y ahora se plantea en los más recientes edificios. Este dilatado pro­ceso ha dejado una notable experiencia, que primero fue un arte y hoy es un conocimiento geotécnico. En este trabajo se ilustra esa experiencia a través de casos de cimentaciones de importantes monumentos y conocidos edi­ficios de la ciudad. En todos los casos se muestra que su comportamiento se ha visto profundamente afectado desde media­ dos del siglo pasado por el grave problema del hundimiento regional, provocado por la extracción de agua del subsuelo. Este fenómeno ha causado el descenso del centro histórico en casi 8 metros y, además, induce asentamientos diferenciales que inclinan y distorsionan a muchas estructuras, entre ellas valiosos monumentos del Patrimonio Cultural. Este comportamiento del subsuelo se podría decir que ha impulsado a los técnicos en dos corrientes: la simplista, que sos­ laya el problema y supone que los problemas futuros serán menores y la comprometida, que se empeña en buscar solucio­nes ingeniosas, aunque no siempre tienen la eficacia deseable. En este trabajo se describen esas soluciones, las cuales se encausan en los siguientes criterios: a) diseñar nuevas cimentaciones con pilotes o pilas apoyados en estratos profundos, exentos del problema de hundimientos diferenciales; b) recurrir a la subexcavación de cimentaciones para corregir los asentamientos diferenciales; c) recimentar estructuras mediante pilotes con mecanismos de control que permitan unifor­mizar los futuros hundimientos; y d) endurecer diferencialmente a las arcillas blandas, técnica que apenas se está ini­ciando, pero que sin duda permitirá reducir la importancia de los daños inducidos por los asentamientos diferenciales.