Resumen

En este artículo se presentan algunos aspectos relevantes relacionados con el comportamiento mecánico de las rocas volcánicas, basados principalmente en resultados de ensayos de laboratorio realizados en testigos de rocas procedentes de las islas Canarias. Se presentan algunos rangos de variación de los parámetros geotécnicos más relevantes desde el punto de vista del comportamiento mecánico de las rocas, así como algunas correlaciones entre parámetros. En especial, se consideran los piroclastos volcánicos de baja densidad, cuyo comportamiento mecánico es muy singular. Para ellos se ajusta un criterio de rotura empírico a un extenso conjunto de resultados de ensayos de laboratorio.

1. INTRODUCCIÓN

Las rocas volcánicas se pueden dividir en los dos gran-des grupos siguientes:

  • Rocas procedentes de coladas volcánicas de lava, como basaltos, traquitas o fonolitas
  • Rocas procedentes de coladas u oleadas piroclásti-cas, o bien piroclastos de caída, que forman el grupo de los piroclastos volcánicos

El comportamiento mecánico de las rocas de cada uno de estos grupos es muy diferente. El primer grupo lo for-man materiales de mucha mayor densidad y resistencia que el segundo. Los piroclastos volcánicos están forma-dos generalmente por materiales muy fragmentados, de diferentes texturas y tamaños de partículas, y que presen-tan casi siempre porosidades muy elevadas y densidades muy bajas. A menudo son materiales muy alterables, de muy baja resistencia y elevada deformabilidad, a excep-ción del grupo de las ignimbritas, que presentan resisten-cias mayores y se han incluido en este trabajo dentro del primer grupo.

Estos dos tipos de rocas aparecen frecuentemente alter-nados y entremezclados, lo cual afecta de manera primor-dial al comportamiento global del macizo rocoso (fig. 1).

En el laboratorio de Geotecnia del CEDEX se han lle-vado a cabo varios estudios de rocas volcánicas de las islas Canarias en los últimos quince años. Algunos resultados de estos estudios se han publicado en los congresos inter-nacionales sobre rocas volcánicas que se han venido ce-lebrando desde hace algo más de una década (congresos de Madeira: Serrano, Olalla y Perucho, 2002a y b; Azores: Serrano, Olalla, Perucho y Hernández, 2007; Tenerife: Se-rrano, Perucho y Conde, 2010; e Ischia: Perucho, 2015, Se-rrano, Perucho y Conde, 2015a, b y c), y en alguna revista (Serrano, Perucho y Conde, 2016). Asimismo, se ha realiza-do una tesis doctoral sobre la caracterización geotécnica de los piroclastos de baja densidad (Conde, 2013).

En este artículo se presentan los aspectos más relevan-tes relativos al comportamiento mecánico de los dos gran-des grupos de rocas volcánicas que se han indicado, en relación a su roca matriz y a partir de resultados de ensa-yos de laboratorio realizados en los trabajos en los que la autora ha participado.

2. COMPORTAMIENTO MECÁNICO DE LAS ROCAS PROCEDENTES DE COLADAS DE LAVA

2.1. Introducción

Las rocas procedentes de flujos de lava generalmente presentan buenas propiedades resistentes, si bien su com-portamiento mecánico viene muy condicionado por las fa-milias de discontinuidades existentes, al igual que en otros macizos rocosos. Es más, a menudo estas rocas se presen-tan alternando con niveles mucho más débiles escoriá-ceos o piroclásticos o bien con cavidades, formando masas de roca muy anisótropas y discontinuas. Generalmen-te, los principales problemas que presentan se deben a su heterogeneidad espacial, tanto en dirección vertical como horizontal, que es la que causa frecuentemente problemas de inestabilidad y colapso.

Estos son aspectos sin duda muy importantes que, no obstante, no se van a tratar aquí, ya que este trabajo se cen-tra en el comportamiento mecánico de la roca matriz. El tema de las discontinuidades en macizos rocosos volcá-nicos es tratado abundantemente por numerosos auto-res. Por citar algunos, González de Vallejo, Hijazo, Ferrer y Seisdedos (2007) proporciona abundantes datos de valores típicos de discontinuidades en estos materiales, así como valores de los índices RMR y Q de flujos de lavas basálti-cas; Muñiz Menéndez y González-Gallego (2010) resaltan la gran dificultad de aplicar esquemas de clasificación geo-mecánica a las rocas volcánicas; Barton (2010) realiza in-dicaciones acerca de cómo estimar los valores del índice Q en basaltos columnares.Estos son aspectos sin duda muy importantes que, no obstante, no se van a tratar aquí, ya que este trabajo se cen-tra en el comportamiento mecánico de la roca matriz. El tema de las discontinuidades en macizos rocosos volcá-nicos es tratado abundantemente por numerosos auto-res. Por citar algunos, González de Vallejo, Hijazo, Ferrer y Seisdedos (2007) proporciona abundantes datos de valores típicos de discontinuidades en estos materiales, así como valores de los índices RMR y Q de flujos de lavas basálti-cas; Muñiz Menéndez y González-Gallego (2010) resaltan la gran dificultad de aplicar esquemas de clasificación geo-mecánica a las rocas volcánicas; Barton (2010) realiza in-dicaciones acerca de cómo estimar los valores del índice Q en basaltos columnares.

Figura 1. Niveles de basaltos, piroclastos y escoria (La Palma).

2.2. Resistencia y deformabilidad de la matriz rocosa

Rodríguez-Losada et al. (2007) presentan una clasifica-ción de las rocas volcánicas Canarias basada en criterios litológicos, texturales y de porosidad, definiendo los 12 li-totipos indicados en la tabla 1. Pretende ser una clasifica-ción sencilla, de uso práctico, que clasifique a los materiales en grupos de comportamiento geomecánico semejante

Figura 2. Algunos de los litotipos definidos en la tabla 1 (fotografías de Hernández Gutiérrez, 2014)

Litotipo Descripción
BAFM Basalto afanítico masivo
BAFV Basalto afanítico vacuolar
BES Basalto escoriáceo
BOPM Basalto olivínico piroxénico masivo
BOPV Basalto olivínico piroxénico vacuolar
BPML Basalto plagioclásico masivo
BPLV Basalto plagioclásico vacuolar
FON Fonolitas
IGNS Ignimbrita no soldada
IGS Ignimbrita soldada
TRQ Traquitas
TRQB Traquibasalto

Tabla 1.

Litotipos definidos (Rodríguez Losada et al. 2007)

Posteriormente Hernández Gutiérrez (2014) reduce el número de litotipos a 10, eliminando tanto el denomina-do BES, muy poco abundante en las islas Canarias, y el denominado TRQB, cuyo comportamiento mecánico es muy similar al del BAFM, por lo cual se puede unir a ese grupo.

En la fig. 2 se presentan fotografías de los 10 litotipos. Con todos estos tipos de rocas se realizó un extenso estu-dio, basado en resultados de ensayo con 369 probetas con el objetivo principal de definir sus propiedades geotéc-nicas. Hernández Gutiérrez (2014) da una detallada des-cripción de los trabajos llevados a cabo para el muestreo, del origen de cada muestra y de los resultados de los en-sayos.

Los ensayos geotécnicos que se realizaron en probetas en laboratorio fueron principalmente los siguientes: pesos específicos real, aparente y seco, porosidades abierta y to-tal, absorción, velocidades de onda ultrasónica (similar a la velocidad de ondas longitudinales), carga puntual, en-sayo brasileño de tracción, resistencia a compresión sim-ple y triaxial hasta presiones de confinamiento de 10 MPa. También se realizaron medidas de dureza en bloques con el martillo Schmidt y se realizó un estudio petrográfico con láminas delgadas y un análisis geoquímico con análisis de óxidos, carbonatos, sulfatos y haluros.

Algunos de estos datos han sido publicados previamente (Rodríguez Losada et al., 2007 y 2009). En la tabla 2 se adjun-ta un resumen de los resultados más relevantes desde el pun-to de vista mecánico. Los gráficos de caja adjuntos en las fig. 3 a la fig. 8 muestran los rangos de variación de los diferentes parámetros para cada litotipo. Estas cajas representan el rango intercuartílico (50% de los datos) mientras que la línea marca-da señala la mediana de los datos y la cruz el valor medio. Los histogramas de estos datos se recogen en la fig. 10.

Con estos resultados se obtuvieron numerosas correla-ciones, algunas de las cuales se muestran más adelante. En los gráficos de la fig. 9 se pueden apreciar visualmente las variables que correlacionan entre sí.

En la tabla 2 se pueden ver los rangos que se obtienen para los coeficientes de variación. Sin considerar las ignim-britas no soldadas, que aunque se han incluido en este gru-po son piroclastos y presentan coeficientes más elevados, los rangos de los coeficientes de variación obtenidos han sido: 0,02-0,21 para el peso específico seco, 0,17-0,26 para la velocidad ultrasónica, 0,41-0,75 para la compresión sim-ple. 0,19-0,57 para la resistencia a tracción y 0,37-0,62 para el módulo de Young.

Tabla 2. Resumen de resultados obtenidos de rocas volcánicas canarias: valores medios

Figura 3. Rangos de variación del peso específico seco.

Figura 4. Rangos de variación de la porosidad total.

Figura 5. Rangos de variación de la velocidad ultrasónica

Figura 6. Rangos de variación de la resistencia a compresión simple.

Figura 7. Rangos de variación de la resistencia a tracción.

Figura 8. Rangos de variación del módulo de Young

Figura 9. Visualización de las correlaciones entre variables (en los gráficos de caja la línea es la me-diana y la cruz la media).

Figura 10. Histogramas de los parámetros mostrados en la tabla 2.

González de Vallejo et al. (2007) indica los valores re-cogidos en la tabla 3 para matriz rocosa de basalto, acordes con los recogidos en las tablas anteriores.

Se realizaron más de 100 ensayos triaxiales en célula Hoek con presiones de confinamiento de hasta 10 MPa. Sin embargo, no ha sido posible obtener parámetros representativos de los litotipos, ya que los resultados pre-sentan una gran dispersión, principalmente debida a las diferencias de densidades de las probetas de un mismo li-totipo. No obstante, como muestra la fig. 11, se puede ob-servar una clara relación entre la resistencia de la roca y su peso específico si se observan conjuntamente los resultados de todas las probetas ensayadas, independientemente del litotipo

Litotipo Descripción
Basalto (más frecuente) 15-31 (23-28) 25-160
Basalto vesicular 15-23 Menor a 40
Basalto masivo Mayor a 28 Mayor a 80
Ignimbritas 13-20 en ocasiones>20 15-70 menor a 5 si alteradas

Tabla 3.

Datos de basaltos e ignimbritas (González de Vallejo et al., 2007)

2.3. Correlaciones

Con los datos recabados se obtienen correlaciones, al-gunas de las cuales se muestran en las figuras siguientes. La fig. 12 muestra la relación entre el valor medio del índice de carga puntual (Is(50)) y la resistencia a compresión sim-ple para cada litotipo. Considerando todas las muestras, no solo los valores medios de los litotipos, se obtiene una re-lación de RCS= 15*Is(50); si sólo se consideran los basaltos, entonces se obtiene RCS= 14*Is(50). Mesquita Soares, Dinis da Gama y Reis e Sousa (2002) también obtienen esta últi-ma relación con basaltos del complejo volcánico de Lisboa

Sin embargo, la relación no es constante, sino que se in-crementa con la resistencia de la roca, como se muestra en la fig. 13.

Figura 11. Resultados de ensayos triaxiales en rocas volcánicas

Figura 12. Relación entre el Índice de carga puntual, Is, y la RCS (datos de Hernández Gutiérrez).

Figura 13. Relación entre RCS/ Is, y la RCS (Hernández Gutiérrez).

Karaman (2014) recopila una amplia variedad de rela-ciones proporcionadas por diferentes autores y para dis-tintos tipos de roca. La mayoría son relaciones lineales del tipo RCS = 12 a 14 Is y unas pocas son no lineales (expo-nenciales o potenciales). El citado autor estudia esta rela-ción para piroclastos y concluye que probablemente es una relación no lineal y que se requiere una mayor investiga-ción para comprobar si esta relación es también no lineal para todas las rocas blandas. Es muy probable que la rela-ción sea no lineal para todos los tipos de roca, no sólo las blandas.

Por otra parte, Rodríguez Losada et al. (2007) reco-miendan incrementar un 18% la resistencia a compresión deducida del martillo Schmidt para estimar la resistencia a compresión simple:

RCS = 1,18* RCS Schmidt

La fig. 14 muestra la relación entre la resistencia a com-presión simple (RCS) y la resistencia a tracción (RT, ens. brasileño) para los valores medios de cada litotipo. Si se consideran todos los resultados, se obtiene una relación igual a RCS = 2,2*RT; si sólo se consideran los basaltos, en-tonces se obtiene RCS = 2,4*RT

En la fig. 15 se muestra el módulo relativo obtenido para estas muestras, con un valor en torno a 500 y un ran-go de 250 a 1250.

Figura 15. Módulo relativo en rocas volcánicas canarias.

En las fig. 16 y fig. 17 se muestra la relación entre el peso específico seco de estas rocas y la resistencia a compresión simple y el módulo de Young, respectivamente.

Figura 16. RCS versus peso específico seco en rocas volcánicas ca-narias procedentes de lavas.

Figura 17. Módulo de Young versus peso específico seco en rocas volcánicas canarias procedentes de lavas.

3. COMPORTAMIENTO MECÁNICO DE LOS PIROCLASTOS VOLCÁNICOS DE BAJA DENSIDAD

3.1. Introducción: algunos aspectos relevantes

Al contrario que las masas de lava, los piroclastos vol-cánicos se ven generalmente poco afectados por disconti-nuidades. Por tanto, su comportamiento mecánico viene determinado principalmente por el de la roca matriz

Estas rocas tienen un comportamiento peculiar: a bajas presiones se comportan como una roca, con módulos de elasticidad elevados y bajas deformaciones, mientras que para presiones por encima de un determinado umbral, su estructura se rompe y su deformabilidad aumenta enor-memente, pasando a comportarse entonces como un sue-lo. Este fenómeno es conocido como colapso mecánico, y los materiales que los sufren son rocas mecánicamente co-lapsables.

No existen muchos datos publicados relacionados con su comportamiento mecánico, a pesar de la abundancia de es-tudios llevados a cabo en diferentes lugares del mundo desde los años 70 del siglo pasado (e.g.: España: Uriel y Bravo 1971, Uriel y Serrano 1973 y 1976, Serrano 1976, Uriel 1976, Serra-no et al. 2002a y b, 2007 y 2010; Lomoschitz Mora-Figueroa 1996; Peiró Pastor 1997; González de Vallejo et al. 2006, 2007 y 2008; Rodríguez-Losada et al. 2007 y 2009; Conde 2013; Hernández-Gutiérrez 2014); Italy: Pellegrino 1970, Aversa et al. 1993 Aversa y Evangelista 1998, Evangelista y Aversa 1994, Cecconi y Viggiani 1998, 2001 and 2006, Cecconi 1998, Tommasi y Ribacchi 1998, Rotonda et al. 2002, Cecconi et al. 2010, Tommasi et al. 2015); Japan: Adachi et al. 1981; New Zealand: Moon 1993).

De hecho, es difícil obtener valores fiables de los ensa-yos de resistencia debido a varias causas, como las siguientes:

  • Por una parte, es difícil obtener buenas probetas de es-tos materiales, ya que con frecuencia presentan frag-mentos muy angulosos, que tienden a romperse al tallarlas. Además, suelen presentar paredes muy rugo-sas. En especial, los piroclastos poco soldados o cemen-tados, cuanto más débiles son más difíciles resultan de tallar adecuadamente. Como consecuencia, se tiene una importante dispersión de resultados, lo que hace necesaria la realización de un gran número de ensayos para poder tener datos y conclusiones fiables.
  • Por otra parte, debido a la rugosidad de las paredes de las probetas, se produce con gran frecuencia la rotura de las membranas utilizadas en los ensayos triaxiales, en especial cuando se aplican presiones de confina-miento altas, lo que dificulta la obtención de valores de presiones isótropas de colapso, o valores de resistencia al corte con elevadas presiones de confinamiento.

Además, estas rocas suelen ser muy heterogéneas e incluso cuando los testigos se tallan de un mismo blo-que suelen presentar diferencias de densidad que influyen enormemente en su resistencia y deformabilidad.

En los siguientes apartados se va a describir el compor-tamiento mecánico observado en un gran número de mues-tras y se va a ajustar un criterio de rotura propuesto por Serrano (2012) para definir la superficie de fluencia de es-tos materiales. Previamente se comentarán algunos aspectos relevantes relacionados con su macroporosidad, así como otros aspectos relativos a la fabricación de muestras artifi-ciales (“piroclasto ideal”), la preparación de probetas y la cla-sificación utilizada para designar las muestras ensayadas.

3.1.1. Macroporosidad

Es bien sabido que la estructura de estos materiales tie-ne una gran influencia en su resistencia, tal y como han venido señalando numerosos autores desde hace tiempo (e.g.: Pellegrino 1970, Serrano 1976 y 1997, Leorueil y Vau-ghan 1990, Aversa y Evangelista 1998, Serrano et al. 2007, Conde 2013, Tommasi et al. 2015). En los estudios llevados a cabo en el Laboratorio de Geotecnia del CEDEX desde 2002 (CEDEX, 2007 y 2013), la macroporosidad de los pi-roclastos se ha venido estudiando con detalle mediante la observación al microscopio, en algunos casos tras sumergir las muestras en resinas coloreadas para facilitar la visuali-zación de los poros (fig. 18).

Figura 18. Muestra de piroclasto inmersa en resina coloreada para observar mejor su macroestructura

A partir de estos estudios se definieron cuatro tipos principales de macroporosidad (fig. 19):

  1. Porosidad reticular, para definir la estructura forma-da por partículas cementadas en sus puntos de con-tacto de unas con otras y rodeadas de macroporos; se observa en muestras de pumitas no alteradas.
  2. Porosidad vacuolar, que se presenta cuando una masa vítrea más o menos homogénea presenta un gran número de vacuolas pseudo-esféricas en su in-terior; se observa en escorias.
  3. Porosidad mixta, se presenta cuando se observan las dos porosidades anteriores, de tipo reticular entre las partículas y de tipo vacuolar en las mismas; se obser-va en muestras de lapilli no alteradas.
  4. Porosidad matricial, caracterizada por la presencia de un material fino rellenando los macroporos que rodean a las partículas; se observa en muestras al-teradas tanto de lapilli como de pumitas. Es más, se puede definir como el tipo de porosidad de las ceni-zas también, ya que, debido al pequeño tamaño de sus poros, no presentan macroporos.

Figura 19. Microfotografías de varios piroclastos con los cuatro ti-pos de estructura macroporosa definida (A-Reticular; B-Vacuolar; C-Mixta; D-Matricial) (CEDEX 2007; Santana, Santiago, Perucho y Serrano, 2008).

3.1.2. Fabricación de probetas: “Piroclasto ideal”

Uriel y Bravo (1971) encontraron un comportamien-to mecánicamente colapsable en hormigones porosos, que fue ajustado posteriormente por Serrano (1976, Serrano et al. 2002) a un modelo energético definido para piroclastos de baja densidad. Con este precedente y también debido a la gran dificultad de obtener resultados de ensayos de resis-tencia, así como a la gran heterogeneidad de las muestras, se hizo un intento en el Laboratorio de Geotecnia del CE-DEX de fabricar artificialmente un material de estructura parecida a la de los piroclastos reales, pero que pudiera ser más homogéneo y fácil de ensayar. Es decir, un “piroclasto ideal”, que pudiera ser útil para encontrar la forma del cri-terio de rotura de este tipo de rocas.

Así, se fabricaron dos tipos de estructuras, simulando las porosidades reticular y vacuolar, respectivamente (fig. 20). Se probaron muchas combinaciones diferentes, utili-zando básicamente cemento, bentonita, partículas de arlita y pequeñas partículas esféricas de porexpan en diferen-tes proporciones. La bentonita se añadió para disminuir la resistencia del cemento. La porosidad reticular se simu-ló combinando los cuatro elementos mencionados (fig. 21 y fig. 23), mientras que la porosidad vacuolar se simu-ló combinando cemento y bentonita con partículas de po-rexpan (fig. 22 y fig. 23). Las partículas de arlita se usaron para simular las partículas de pumita, de baja densidad, y en ambos casos se añadieron partículas de porexpan para simular la elevada porosidad de los piroclastos. Se realiza-ron numerosas pruebas hasta que se obtuvieron valores de resistencia a compresión simple e isótropa similares a los de las muestras reales. Este procedimiento se describe ex-tensamente en CEDEX (2013) y Conde (2013).

Figura 20. Izquierda: Piroclasto de porosidad reticular (pumita); Derecha: Piroclasto de porosidad vacuolar (escoria).

Figura 21. “Piroclasto ideal”, con estructura reticular.

Figura 22. “Piroclasto ideal”, con estructura vacuolar.

Sin embargo, a pesar de los esfuerzos realizados por ob-tener muestras homogéneas, la dispersión de resultados que se obtuvo en los ensayos de resistencia no fue inferior a la obtenida en los piroclastos reales, sino del mismo or-den de magnitud. No obstante, el estudio permitió definir la mejor forma de realizar los ensayos triaxiales en estos materiales.

3.1.3. Preparación de probetas de piroclastos reales

Después de probar diferentes métodos, se comprobó que la mejor forma de obtener probetas de calidad a par-tir de los bloques era congelándolos a -20ºC previamente, en especial, en el caso de los piroclastos más débiles, que siempre acababan rompiéndose durante el tallado. Aún congeladas, las muestras más débiles se tallaban cuidadosa-mente a mano (fig. 24). Cecconi y Viggiani (1998) estudian el efecto de la congelación de una roca blanda piroclástica comparando sus velocidades de onda antes y después del congelado, y concluyen que tras el mismo la reducción de la velocidad de onda es sólo del orden de un 6%. No parece, por tanto, que la congelación produzca una reducción sig-nificativa en la resistencia

Figura 23. “Piroclasto ideal”, con estructura reticular (izquierda) y vacuolar (derecha). Los huecos (simulados por esferas de porex-pan) están coloreados en verde y las partículas (piezas redondea-das de arlita) en amarillo.

Figura 24. Tallado manual de una muestra de pumita

Por otra parte, a fin de asegurar el paralelismo de las ba-ses de las probetas y, en algunos casos, también para suavi-zar las irregularidades de las paredes, se usó escayola (fig. 25). Finalmente, para suavizar las irregularidades de las pa-redes, la mayoría de las veces se optó por cubrir lateral-mente las probetas con tejido tipo hule, por encima de tres membranas impermeables de uso común en los ensayos triaxiales (fig. 26). De esta forma se consiguió que no se rompiera la impermeabilización lateral de las muestra du-rante los ensayos. Esta protección puede producir un pe-queño incremento de rigidez en las muestras, pero no un cambio relevante en los resultados de los ensayos.

Figura 25. Algunas probetas cubiertas total o parcialmente por es-cayola para asegurar el paralelismo de las bases y para suavizar la rugosidad de las paredes

Figura 26. Membranas impermeables (izquierda) y tejido tipo hule usado para los ensayos de compresión isótropa y triaxiales

3.1.4. Clasificación de piroclastos

Hernández Gutiérrez y Rodríguez Losada definie-ron en 2007 la clasificación geotécnica mostrada en la ta-bla 4, como resultado de un extenso estudio llevado a cabo por el Departamento de Infraestructuras del Gobierno de Canarias (CEDEX 2007; Consejería de Obras Públicas y Transportes del Gobierno de Canarias 2011). Es una clasi-ficación cualitativa que define unos litotipos de piroclastos de baja densidad desde el punto de vista de su composición magmática, su tamaño de partículas y su grado de solda-dura, independientemente de su origen. Los piroclastos a los que se va a hacer referencia en los siguientes apartados están clasificados en los cinco grupos principales indica-dos en la segunda columna de la tabla, sin indicación de su grado de soldadura. Así, los piroclastos serán clasificados como lapilli, pumita, escoria y cenizas basálticas o sálicas.

Litotipo Descripción
Basalto (más frecuente) 15-31 (23-28) 25-160
Basalto vesicular 15-23 Menor a 40
Basalto masivo Mayor a 28 Mayor a 80
Ignimbritas 13-20 en ocasiones>20 15-70 menor a 5 si alteradas

Tabla 4.

Litotipos definidos en la clasificación de Hernández Gutiérrez y Rodríguez Losada (CEDEX 2007; Consejería de Obras Públicas y Transportes del Gobierno de Canarias 2011)

Conde (2013) y Conde, Serrano y Perucho (2015) pro-ponen una nueva clasificación derivada de ésta (fig. 27), con la aportación fundamental de definir unos litotipos nuevos dentro de los cinco grupos principales, para dis-tinguir los piroclastos que presentan porosidad matricial, en la forma definida anteriormente. Su principal rasgo ca-racterístico es que éstos piroclastos tienen un material fino rellenando los poros, y cuyo origen podría ser diverso, pu-diendo proceder bien de la alteración de las partículas o bien de depósitos de fluidos, por ejemplo. Como se verá más adelante en las curvas de tensión-deformación, la pre-sencia de matriz en los macroporos influye de forma cru-cial en el comportamiento mecánico de los piroclastos, por lo que se hace necesario distinguir aquellos que la tienen de los que no. Estos materiales con porosidad matricial pro-bablemente corresponden a los denominados “tobas” p or muchos autores.

Aparte de los materiales mencionados, se podrían aña-dir los aglomerados volcánicos y brechas, formados por fragmentos de diferentes tamaños, y no incluidos en estas clasificaciones.

A pesar de que es una tarea difícil, dada la complejidad de estos materiales, sería muy conveniente establecer una única clasificación universal, que permitiera realizar com-paraciones más claras entre el comportamiento de mate-riales ensayados en diferentes lugares del mundo.

Figura 27. Litotipos definidos en la clasificación de Conde, Serrano y Perucho (2015).

3.2. Resistencia y deformabilidad de los piroclastos

3.2.1. Factores más influyentes

El comportamiento mecánico de los piroclastos volcá-nicos de baja densidad depende principalmente de los si-guientes factores (Serrano et al. 2002):

  1. Compacidad global.
  2. Cementación o soldadura de las partículas.
  3. Imbricación de las partículas.
  4. Resistencia intrínseca de las partículas.
  5. Alteración

Los tres primeros factores definen la estructura y ge-neralmente están asociados entre sí: en general, cuanto más imbricadas y soldadas están las partículas, mayor es su compacidad y densidad. Por otra parte, también se da el caso de algunos piroclastos muy compactos pero muy fria-bles, cuando las partículas no presentan una buena unión o soldadura.

La compacidad global es el factor más influyente, vital para estimar la resistencia de la roca matriz. La gran im-portancia del peso específico de la roca, mostrada ya en las rocas volcánicas densas procedentes de lavas, en las que se ha visto que es incluso más influyente que el litotipo, se da también en los piroclastos de baja densidad, como se mos-trará más adelante

3.2.2. Caracterización mecánica experimental

3.2.2.1. Ensayos realizados

En los estudios llevados a cabo en los últimos años en el Laboratorio de Geotecnia del CEDEX, se han en-sayado unas 250 probetas a compresión simple, triaxial e isótropa. Se han incluido los cinco tipos principales de piroclastos definidos: lapilli, pumita, escoria y cenizas ba-sálticas y sálicas. Todos ellos procedentes de piroclastos de caída, con la posible excepción de las cenizas, cuyo ori-gen es incierto, ya que podrían proceder también de flu-jos piroclásticos.

Los ensayos se realizaron en muestras secadas en es-tufa y en todos los casos se midieron las deformaciones axiales. En los ensayos de compresión isótropa también se midieron deformaciones volumétricas, mediante el volu-men de agua expulsado de la célula durante los ensayos.

La magnitud de las deformaciones volumétricas así medi-das puede no ser muy precisa, pero las curvas de deforma-ción volumétrica fueron muy útiles para ayudar a situar los puntos de fluencia en las curvas de tensión-deformación, cuando éstos no estaban muy claros. Los ensayos triaxia-les e isótropos se llevaron a cabo en una célula triaxial con presiones de confinamiento hasta 3.5 MPa.

Todas las probetas fueron de unos 5 cm de diámetro (7 en algunos casos para compresión simple) y entre 10 y 13 cm de altura, salvo unas pocas que fueron más cortas y se ensayaron a compresión simple, realizando la corrección de resistencia sugerida por la ISRM en relación a la esbel-tez de las probetas.

Figura 28. Algunas probetas, antes de ensayarse

Para cada probeta se determinaron las presiones de fluencia a partir de los resultados de todos estos ensayos de compresión, buscando un criterio de resistencia que pu-diera definir la superficie de fluencia para estos materiales. Además de estos ensayos de resistencia se realizaron otros ensayos de identificación, principalmente: peso específico aparente y real, humedad, carbonatos, sulfatos, difracción y fluorescencia por rayos X.

3.2.2.2. Resumen de los resultados obtenidos

En la tabla 5 se incluye un resumen de los resultados más relevantes desde el punto de vista mecánico. Se pue-den ver los rangos que se obtienen para los coeficientes de variación, que son los siguientes: 0,10-0,31 para el peso es-pecífico seco, 0,02-0,06 para el peso específico de las partí-culas, 0,68-1,32 para la compresión simple, 0,39-0,46 para la presión isótropa de colapso y 0,32-1,21 para el módulo d e Yo u n g .

En los gráficos de la fig. 29 se pueden apreciar visual-mente las variables que correlacionan entre sí. Se han in-cluido resultados de ensayos anteriores con litotipos sin identificar (Campitos, Ariñez y C. Silva).

Tabla 5. Resumen de resultados en piroclastos de baja densidad

Figura 29. Visualización de las correlaciones entre variables (en los gráficos de caja la línea es la me-diana y la cruz la media; Campitos, Arinez y C. Silva con litotipos sin identificar).

Los gráficos de caja adjuntos en las fig. 30 a fig. 35 muestran los rangos de variación de los diferentes paráme-tros para cada litotipo. Estas cajas representan el rango in-tercuartílico (50% de los datos) y la línea marcada señala la mediana de los datos y la cruz el valor medio. Los histogra-mas de estos datos se recogen en la fig. 36. Con estos resul-tados se obtuvieron numerosas correlaciones, algunas de las cuales se muestran más adelante.

Figura 30. Rangos de variación del peso específico seco.

Figura 31. Rangos de variación del peso específico de las partículas

Figura 32. Rangos de variación de la porosidad.

Figura 33. Rangos de variación de la RCS.

Figura 34. Rangos de variación de la presión isótropa de colapso.

Figura 35. Rangos de variación de módulo de Young.

Figura 36. Histogramas de los parámetros mostrados en la tabla 5.

3.2.2.3. Comportamientos mecánicos observados

Los resultados de los ensayos muestran una gran in-fluencia de la estructura de la roca. Algunos ejemplos ilus-trativos del comportamiento mecánico en los ensayos se adjuntan en las fig. 37 a fig. 47.

En las fig. 37 a fig. 39 se muestran curvas representati-vas del comportamiento a compresión simple de pumitas, lapilli y cenizas, respectivamente. En la fig. 37 se observa que en las pumitas la rotura a compresión simple produce curvas de tensión-deformación suaves y reflejan un com-portamiento elástico antes de la rotura. En cambio, las cur-vas que se producen en los lapilli (fig. 38) muestran formas mucho más irregulares, y a menudo un comportamiento no lineal antes de la rotura. Sin embargo, en los lapilli al-terados, con porosidad matricial, las curvas tienden a sua-vizarse fig. 40). Pola et al. (2010) estudian la relación entre la porosidad y las propiedades mecánicas de rocas volcáni-cas alteradas y también encuentran curvas más suavizadas para grados de alteración elevados.

Figura 37. Ejemplo de curvas de ensayos de RCS en pumitas litifi-cadas (en la leyenda se indica entre paréntesis el peso específico de cada una en kN/m3, junto con el número de probeta).

Figura 38. Ejemplo de curvas de ensayos de RCS en lapilli solda-dos (en la leyenda se indica entre paréntesis el peso específico de cada una en kN/m3, junto con el número de probeta). Muestras en-sayadas en el CEDEX.

En la compresión simple la rotura se produce principal-mente a través de los contactos de las partículas, observán-dose cómo los planos de rotura pasan entre ellas. La unión entre estos contactos es más débil en las pumitas y en los lapilli alterados que en los lapilli sanos, lo que produce que las curvas sean más suaves en los dos primeros.

Por otra parte, en la fig. 39 se muestran curvas de com-presión simple en cenizas, que presentan formas suaves, en general, por la misma razón.

Figura 39. Ejemplo de curvas de ensayos de RCS en cenizas litifica-das (en la leyenda se indica entre paréntesis el peso específico de cada una en kN/m3, junto con el número de probeta).

Figura 40. Ejemplo de curvas de ensayos de RCS en lapilli altera-dos (porosidad tipo matricial).

En el caso de las lapilli la resistencia es debida princi-palmente a la soldadura mientras que en las pumitas y ce-nizas es más debida a la litificación, ya que debido a su baja densidad cuando se depositan están ya bastante enfriadas. Asimismo, en todos los casos se observa una gran influen-cia de la densidad de las muestras en la resistencia a com-presión simple, lo cual es esperable y se produce también en los demás tipos de roca dado que, entre otras razones, la densidad de las rocas disminuye al aumentar su alteración.

En la fig. 41 se muestran algunas curvas representati-vas de los resultados de los ensayos triaxiales, para mues-tras ensayadas con presiones de confinamiento inferiores a su presión de colapso isótropo. El comportamiento que se observa es aproximadamente elástico lineal hasta presiones próximas a las de rotura. Asimismo, se observa una dismi-nución de la fragilidad con presiones de confinamiento ele-vadas, como ocurre en otras rocas.

Sin embargo, en las rocas ensayadas con presiones de confinamiento superiores a la de colapso isótropo y, por tanto, ya colapsadas al aplicar el desviador, se observa un comportamiento diferente, como puede verse en la fig. 42.

Se observa un comportamiento elasto-plástico con endu-recimiento y la rotura se alcanza para deformaciones axia-les muy elevadas (mayores de un 30% a veces).

Figura 41. Ejemplo de curvas de ensayos de compresión triaxial (lapilli). Presiones de confinamiento (entre paréntesis) inferiores a las de fluencias

Figura 42. Ejemplo de curvas de ensayos de compresión triaxial. Presiones de confinamiento (entre paréntesis) superiores a las de fluencias.

En la fig. 43 se muestra un ejemplo de curvas de defor-mación volumétrica. Aunque la medida de la deformación en sí no es muy precisa, las curvas muestran la variación producida en las deformaciones volumétricas cuando se produce la fluencia.

Figura 43. Ejemplo de curvas de ensayos de compresión isótro-pa y deformación volumétrica (los valores de deformación no son precisos).

En las fig. 44 a fig. 47 se muestran algunas curvas repre-sentativas del comportamiento tensión-deformación de es-tos materiales en compresión isótropa.

Figura 44. Ejemplo de curvas de compresión isótropa de lapilli soldados (p: presión isótropa media; Def.: deformación axial).

Figura 45. Ejemplo de curvas de compresión isótropa de pumi-tas litificadas (p: presión isótropa media; Def.: deformación axial).

Figura 46. Ejemplo de curvas de compresión isótropa de piro-clas-tos alterados (lapilli y pumitas con porosidad matricial) (p: presión isótropa media; Def.: deformación axial).

Figura 47. Ejemplo de curvas de compresión isótropa de cenizas litificadas (p: presión isótropa media; Def.: deformación axial).

Mesri y Vardhanabhuti (2009) estudian la compre-sión de materiales granulares y concluyen que la mayoría de los datos existentes de compresión primaria en suelos granulares muestran un comportamiento que se puede resumir en tres tipos, denominados A, B y C. Puesto que los piroclastos están formados por fragmentos granulares unidos entre sí se les puede suponer un comportamiento similar. En las fig. 44 y fig. 45 se muestran unos resultados típicos de lapilli y pumita, que muestran en ambos casos un comportamiento similar al descrito por estos autores como tipo A, en el cual hay una primera etapa en la que el módulo de deformación es ligeramente creciente o cons-tante, seguida de una segunda etapa en la que el módulo decrece. En algunos casos, se observa una tercera etapa, en la que el módulo crece de nuevo. El crecimiento del módulo de la primera etapa se puede atribuir a un cierre de la estructura, debido a la aproximación entre partícu-las. En las fig. 48 y fig. 49 se muestran algunas fotogra-fías de microscopio de pumitas y lapilli, respectivamente, donde, aparte de los macroporos, se observan espacios entre partículas, que tenderán a cerrar cuando la muestra se someta a compresiones.

El valor de la presión que separa el comportamiento de la primera etapa del de la segunda es el de la presión isó-tropa de fluencia o colapso. Los valores que se obtienen son superiores en los lapilli, con frecuencia en el rango de 1.09-1.54 MPa e inferiores en las pumitas, en el rango de 0.18-0.26 MPa (intervalos de confianza del 95%).

Tommasi et al. (2015) encuentran también un compor-tamiento tipo A en un piroclasto poco cementado proce-dente de un depósito de flujo, conocido localmente como “pozzolana”.

En cambio, en pumitas y lapillis alterados se observa un comportamiento diferente. En éstos, los macroporos se en-cuentran rellenos de un material de grano fino, por lo que presentan una porosidad de tipo matricial. En la fig. 46 se muestran algunos resultados típicos del comportamiento isótropo de estas muestras. Se observa un comportamien-to tipo B, de acuerdo con Mesri y Vardhanabhuti (2009), con una primera etapa en la que el módulo de deformación crece gradualmente, seguida de una segunda etapa en la que permanece constante. Podría existir una tercera etapa en la que el módulo aumentara de nuevo, pero en los ensa-yos realizados no se ha observado, bien porque se pararon antes de alcanzarla o bien porque no se produce. En la pri-mera etapa se producen daños tipo I y II en las partículas, mientras que en la segunda se producen daños de tipo III en las mismas, que son contrarrestados por la mayor com-pacidad conseguida, por lo que no se produce colapso y la deformabilidad permanece constante. Desde el punto de vista de la ingeniería civil estos piroclastos alterados con porosidad tipo matricial son mucho menos peligrosos, ya que no sufren colapso mecánico o, si lo sufrieran, sería a presiones y deformaciones mucho mayores.

En la fig. 47 se muestran curvas de compresión isótro-pa típicas de cenizas. Se observa un comportamiento tipo B, similar al de los piroclastos alterados, por lo que tampo-co sufren colapso mecánico, al menos a los niveles de car-ga ensayados.

De acuerdo con Conde (2013), parece que en compre-sión isótropa el colapso es más gradual en muestras de pu-mitas y más brusco en los lapilli. Las fig. 44 y fig. 45 parecen corroborar esa tendencia, aunque algunas muestras de pu-mitas también sufren colapso brusco.

Figura 48. Fotografías de microscopio de probetas de pumita. Se observan macroporos y espacios entre las partículas (porosidad reticular).

Figura 49. Fotografías de microscopio de probetas de lapilli. Se observan macroporos y espacios entre las partículas, así como po-ros internos en las mismas (poro-sidad mixta).

La fig. 50 muestra la relación entre el módulo de defor-mación antes y después del colapso isótropo en diferentes muestras. En general, hay mayor variación del módulo en muestras de lapilli, con una relación entre 3 y 12, que en pumitas, con una relación entre 2 y 4.

Figura 50. Relación entre los módulos de deformación antes (Emi) y después (Emc) del colapso en compresión isótropa (Conde 2013).

3.2.3. Criterio de fluencia o colapso

3.2.3.1. Comportamiento a bajas presiones

Para bajas presiones el criterio de rotura triaxial de Hoek y Brown (1980) se puede ajustar a estos materiales. (fig. 51). Sin embargo, en los piroclastos de baja densidad incluso a presiones de confinamiento bajas se puede observar que el criterio tiende a cerrarse en la zona de mayores presiones, como se observa en la fig. 52 y se verá más adelante.

Igual que ocurre con las rocas procedentes de lava, más densas y resistentes, la densidad influye notablemente en la resistencia de estos materiales.

Figura 50. Ejemplo de ajuste del criterio de rotura de Hoek y Brown a piroclastos de baja densidad para presio-nes de confina-miento bajas. Nótese la gran influen-cia del peso específico (γ) en la resistencia (β y ζ son los parámetros resistentes de Serrano y Ola-lla) (Serrano et al. 2007).

Figura 51. Resultados de ensayos de piroclastos de baja densidad (CEDEX 2007)

3.2.3.2. Colapso mecánico

Algunos autores como Serrano (1976), Adachi et al. (1981), Aversa y Evangelista (1998) y Serrano et al. (2002, 2007, 2010) han desarrollado diferentes ecuaciones tratando de obtener la superficie de fluencia de los materiales piroclásticos.

Se han planteado fundamentalmente dos tipos de mo-delo para reproducir el colapso mecánico:

  • Modelos teóricos, de los que pueden señalarse los mo-delos estructurales (e.g. Uriel y Bravo 1971, Uriel y Se-rrano 1973) y modelos energéticos (E.G. Serrano 1976, Aversa y Evangelista 1998, Serrano et al. 2002);
  • Modelos empíricos (e.g. Serrano et al. 2015a y 2016).

Por otra parte, Del Olmo y Serrano (2010) trataron de modelizar el colapso de los materiales macroporosos como medios discretos.

En los siguientes apartados se indican algunos rasgos de estos modelos.

a. Modelos energéticos de colapso mecánico

De acuerdo con Serrano (1976), se puede establecer el patrón de comportamiento indicado en la fig. 53, en el es-pacio de tensiones efectivas (q, p), definidos según la nota-ción de Cambridge:

AHay un dominio que contiene el origen, dentro del cual el material se comporta de forma elástica en un proceso de car-ga normal. Para tensiones dentro de ese dominio el piroclas-to se comporta como una roca. La frontera de ese dominio elástico es referida como la línea de colapso inferior. Cuan-do las tensiones alcanzan esta línea, la estructura del material comienza a verse afectada, mientras que cuando alcanzan la línea superior de colapso es totalmente destruida. La rotu-ra ocurre en esta zona de transición definida entre las líneas de colapso inferior y superior. Una vez su estructura ha sido totalmente destruida el material se comporta como un sue-lo, pudiendo tener una resistencia de pico y otra residual. El comportamiento podrá ser estable o inestable según el punto que se alcance en la línea de colapso superior.

Figura 53. Dominios de comportamiento (Serrano 1976).

Para materiales homogéneos ambas líneas coinciden y la zona de transición desaparece. Estas líneas, que de hecho no son más que las fronteras de los dominios de comportamiento, dependen de la trayectoria de tensiones seguida.

Se consideran cuatro trayectorias de tensiones posibles, cuyas leyes tensión-deformación dependen de la trayecto-ria tensional (fig. 54):

  • Ensayos de compresión isótropa (curva 1). Algunos ejemplos de este tipo de leyes tensión-deformación se vieron en las fig. 44 (lapilli) y fig. 45 (pumita).
  • Ensayos con presión de confinamiento elevada (cur-va 2). En la fig. 55se muestra un ejemplo de este tipo de curva para un lapilli
  • Ensayos con presión de confinamiento intermedia (curva 3). En la fig. 55 también se muestra alguna curva de este tipo.
  • Ensayos con presión de confinamiento baja (curva 4). Estos tipos de curva se vieron en las fig. 37 a fig. 40.

Figura 54. Leyes tensión-deformación indicadas en la fig. 56.

En la fig. 56 se pueden ver las zonas correspondientes a estas trayectorias, con indicación del tipo de rotura.

Figura 54. Leyes tensión-deformación indicadas en la fig. 56.

Figura 55. Ejemplos de curvas tipo 2 y tipo 3 indicadas en la fig. 54.

Figura 56. Tipos de rotura (Serrano et al. 2002).

El modelo matemático desarrollado por Serrano (1976; Serrano et al. 2002) adopta la ley de consumo propuesta por Roscoe y Burland (1968) para arcillas blandas, si bien ligeramente modificada por un factor l(h), que depende de la uniformidad y anisotropía del material en relación a la trayectoria de tensiones impuesta. La ley propuesta para rocas macroporosas es:

El modelo matemático desarrollado por Serrano (1976; Serrano et al. 2002) adopta la ley de consumo propuesta por Roscoe y Burland (1968) para arcillas blandas, si bien ligeramente modificada por un factor l(h), que depende de la uniformidad y anisotropía del material en relación a la trayectoria de tensiones impuesta. La ley propuesta para rocas macroporosas es:

y teniendo en cuenta la teoría de estabilidad local de Drucker (1959), expresada de un modo más general por Wong y Mitchel (1975) la ecuación diferencial de las líneas de colapso es:

Adonde η es la oblicuidad de las tensiones, η=q/p, y es la relación de dilatancia plástica, y=dvP/dgP (siendo vP y gP las deformaciones plásticas volumétrica y de corte, res-pectivamente), M es un parámetro friccional y a un pa-rámetro, que para flujo asociado es igual a cero. Wong y Mitchel (1975) encontraron un valor constante de a≈0.25 para arcillas cementadas sensitivas y Serrano (1976) obtuvo valores entre 0 y 0.4 para aglomerados volcáni-cos si se supone que l=1 y M=0.6 (fig. 57). Según Serra-no, la suposición de l=1 se deriva simplemente de la falta de conocimiento de su valor, que debería estudiarse para cada material.

Aversa y Evangelista (1998) obtienen un buen ajuste a resultados de ensayo de una toba volcánica a una curva de fluencia derivada de la Cam-Clay modificada, como se muestra en la fig. 58.

Figura 57. Ajuste del modelo energético a muestras de piro-clas-tos (Serrano et al. 2002).

Figura 58. Curva de fluencia propuesta y presiones de fluencia medidas en una toba volcánica (Aversa y Evangelista 1998)

b. Modelos empíricos: modelo de colapso unificado (Serrano 2012)

A partir del estudio experimental llevado a cabo en el CEDEX en los últimos años, Serrano (2012) propone un criterio de rotura unificado de la forma siguiente (fig. 59):

Figura 59. Criterio de fluencia unificado en variables de Cambridge (Serrano 2012).

Adonde:-M es un parámetro friccional;-k es un coeficiente indicando la ley de resistencia a ba-jas presiones: si k=0 el criterio es de tipo parabólico co-lapsable, representando una evolución del criterio de Mohr-Coulomb (fig. 60); si k=1 el criterio es de tipo elípti-co colapsable, representando una evolución del criterio de Hoek y Brown (fig. 61);

Figura 60. Criterio colapsable parabólico (Serrano 2012).

Figura 61. Criterio colapsable elíptico (Serrano 2012).

-l es un coeficiente que cumple que 0menor que 1 menor que 1;-q y p son las tensiones desviadora y media respectiva-mente, definidas de acuerdo a la notación de Cambridge y adi-mensionalizadas al ser divididas por un módulo resistente

b, y p0 es la variable adimensional p referida a un eje q tras-ladado (ver fig. 59), de modo que:

Asiendo t la resistencia isótropa de tracción del material;-pc0 es la presión isótropa de colapso adimensionaliza-da y referida al eje q trasladado, de modo que:

Ambos criterios se pueden expresar de la forma sim-ple siguiente:

En el caso del criterio elíptico el coeficiente M debe ser igual a 6 para coincidir con el criterio de Hoek y Brown a bajas presiones (fig. 51). Este criterio depende de cuatro pa-rámetros: dos explícitos, l y pc0, y dos implícitos, b y t

En el caso del criterio parabólico si se elige como mó-dulo de resistencia, b, para adimensionalizar la presión el valor b=pc0, se simplifica de la forma siguiente

Este criterio depende de cuatro parámetros: dos explí-citos, M y l, y dos implícitos, pc0 y t.

Ambos modelos se ajustaron a la extensa base de datos obtenida a partir de las muestras ensayadas en el CEDEX, así como a algunos datos publicados, obteniéndose un buen ajuste en los dos casos (CEDEX 2013, Conde 2013). No obstante, con el fin de obtener los parámetros de las muestras ensayadas se eligió el modelo parabólico, por ser más simple. En las fig. 62 a fig. 65 se muestran algunos ajus-tes a diferentes tipos de piroclastos. La fig. 62 muestra un buen ajuste a muestras de pumitas y lapilli. Una vez más, se observa una marcada influencia de la densidad en la resis-tencia. La fig. 63 muestra el ajuste a muestras alteradas de pumita y lapilli. En estos casos se observa un buen ajuste a los resultados de los ensayos, si bien no se han obtenido valores de cargas isótropas de colapso o cercanos a ellas en los ensayos. Por tanto, la parte derecha de estas curvas se debería comprobar. Por su parte, la fig. 64 muestra un buen ajuste a muestras de cenizas basálticas y sálicas. Fi-nalmente, la fig. 65 muestra también un ajuste muy bueno a datos de diferentes piroclastos de coladas italianos. Como se puede ver (fig. 62 a fig. 65), en casi todos los casos se obtienen valores del parámetro l muy próximos a la uni-dad. Por tanto, se ha definido un criterio parabólico simpli-ficado, adoptando un valor de l=1, viéndose que se ajusta también muy bien e los resultados obtenidos. En la tabla 6 se muestran los rangos de parámetros obtenidos para las muestras ensayadas. En Serrano et al (2015a y 2016) se pueden encontrar más detalles sobre los ajustes realizados

Como puede verse, hay una similitud en la forma de las curvas del modelo energético y del modelo empírico de co-lapso. Los autores están trabajando en la forma de obtener los parámetros para ambos modelos a partir de los resul-tados empíricos y la relación entre ellos, buscando la base teórica que subyace al modelo empírico

De este criterio se deduce una relación entre la presión isótropa de colapso y la resistencia a compresión simple, que no es constante, ya que depende de otros parámetros. En Serrano et al. (2015b) se pueden ver el desarrollo de esa relación

Figura 62. Ajuste del criterio parabólico colapsable de Serrano a muestras de pumitas litificadas y lapilli soldadas (modificado de CEDEX 2013 y Conde 2013).

Figura 63. Ajuste del criterio parabólico colapsable de Serrano a muestras alteradas de pumitas y lapilli (modificado de CEDEX 2013 y Conde 2013).

Figura 64. Ajuste del criterio parabólico colapsable de Serrano a muestras de cenizas de piroclastos litificadas (modificado de CE-DEX 2013 y Conde 2013).

Figura 65. Ajuste del criterio parabólico colapsable de Serrano a datos publicados de tobas italianas (datos de Aversa et al. 1993, Evangelista et al. 1998, Aversa y Evangelista 1998, Tommasi y Riba-chi 1998, Cecconi y Viggiani 1998 y 2001).

Tabla 6. Rangos de parámetros obtenidos en las muestras ensayadas

Tabla 7. Ejemplo de profundidades de colapso para diferentes tipos de piroclastos

Con este criterio de colapso se puede deducir una pro-fundidad teórica de terreno colapsado debido a que las ten-siones internas producidas por el propio peso del terreno han alcanzado el valor de la presión de fluencia del ma-terial. A modo de ejemplo, en la tabla 7 se muestran los valores de las profundidades de colapso para diferentes materiales, adoptando para los parámetros unos valores intermedios de los deducidos de los ensayos de laborato-rio realizados e indicados en la tabla 6, y suponiendo una relación de tensiones, k0, igual a 0,5. Esto significa que en esas profundidades el terreno se encuentra colapsado. Este hecho puede ser de gran interés para la construcción de tú-neles o cavernas subterráneas en estos materiales, ya que el terreno ya colapsado es menos peligroso desde el punto de vista ingenieril.

En Serrano et al. (2015c) se detalla la forma de obtener dicha profundidad de colapso.

3.3. Correlaciones

Se han obtenido algunas correlaciones con los resul-tados de los ensayos. Algunas de ellas sido publicadas an-teriormente (Serrano et al. 2007) se han ampliado con nuevos datos.

La fig. 66 muestra la relación entre el peso específico seco y la resistencia a compresión simple para diferentes litotipos y para otras muestras de litotipo desconocido, to-das ellas ensayadas en el CEDEX. Las siguientes figuras muestran una tendencia diferente para piroclastos de caída y para piroclastos de coladas entre la resistencia a compre-sión (simple e isótropa) y el peso específico seco o la poro-sidad (fig. 67 a fig. 70). Finalmente, en la fig. 71 se presentan los valores obtenidos de los módulos relativos. Se obtiene un valor medio de 160, es decir, E=160*RCS, con un coefi-ciente de correlación elevado (R2=0,85).

Figura 66. RCS en función del peso específico seco (γd) en 149 da-tos de piroclastos de caída baja densidad

Figura 67. RCS en función del peso específico seco (γd) en piroclas-tos de caída y de coladas (Conde 2013).

Figura 68. RCS en función de la porosidad (n) en piroclastos de caída y de coladas (Conde 2013)

Figura 69. Presión isótropa de colapso en función del peso es-pecífico seco (γd) en piroclastos de caída y de coladas (Conde 2013).

Figura 70. Presión isótropa de colapso en función de la porosidad (n) en piroclastos de caída y de coladas (Conde 2013).

Figura 71. Módulo relativo en piroclastos de baja densidad

3.3.1. Otros aspectos destacados

En ingeniería civil y en construcción, en general, los principales problemas que se presentan relacionados con los piroclastos de baja densidad en relación a su comporta-miento mecánico son debidos a su baja capacidad portan-te y su elevada deformabilidad, así como su colapsabilidad, en especial cuando se puede producir de manera brusca, sin previo aviso. Una forma de evitar el colapso en cimen-taciones es inducirlo previamente, antes de construir la estructura, utilizando compactadores de elevada energía (Uriel 1976).

Adicionalmente a los aspectos analizados anterior-mente, hay otros aspectos importantes que deberían con-siderarse en relación al comportamiento mecánico de los piroclastos de baja densidad, tales como los siguientes:

  • A menudo se observa que presentan un comporta-miento reológico. Por ejemplo, en un embalse cons-truido en El Hierro se midió un asiento de fluencia del orden del 33% del asiento instantáneo (Martín Gó-mez et al. 2010); Fe Marqués y Martínez Zarco (2010) realizan un análisis retrospectivo de un túnel en una sección excavada en piroclastos basálticos, basado en medidas de convergencia y observan que son necesa-rios más de cuatro meses para que se produzca casi el 100% de la deformación final, quedando aún por pro-ducirse alguna parte; Evangelista y Aversa (1994) publi-can algunos resultados de ensayos de fluencia en tobas.
  • Influencia del agua en la resistencia y deformabili-dad: Vásárheli (2002) estudia este aspecto en tobas volcánicas (andesita, basalto y riolita) con resisten-cias a compresión simple entre 2,5 y 60 MPa y en-cuentran una reducción de resistencia del orden del 27% y una disminución del módulo sobre el 20% para muestras saturadas; González de Vallejo et al. (2007) indican una reducción del 30% de la resisten-cia para tobas volcánicas

4. ALGUNAS CORRELACIONES INCLUYENDO TODAS LAS ROCAS VOLCÁNICAS ESTUDIADAS EN EL CEDEX

En la fig. 72 se muestran las tendencias generales para todas las rocas volcánicas estudiadas en el CEDEX, tanto procedentes de lavas como de piroclastos, entre el peso es-pecífico o la porosidad de las rocas y su resistencia a com-presión simple o su módulo de deformación. Se presentan en escala tanto natural como logarítmica, para facilitar la visualización de la tendencia

Figura 72. Relación en escala semi-logarítmica entre: a) peso específico seco (γd) y RCS; b) peso específico seco (γd) y módulo de elasticidad (E); c) porosidad (n). Rocas procedentes de lavas volcánicas y piroclastos de las islas Canarias.

5. RESUMEN Y CONSIDERACIONES FINALES

En zonas volcánicas se pueden distinguir a groso modo dos grandes grupos de rocas volcánicas: rocas procedentes de flujos de lava, generalmente más densas y resistentes, y rocas piroclásticas, de menor densidad y resistencia

Se han resaltado algunos aspectos relevantes relaciona-dos con el comportamiento mecánico de estos materiales, a partir de ensayos de laboratorio realizados con rocas de las islas Canarias, y se han obtenido rangos de variación de los parámetros geotécnicos más relevantes.

Se han presentado unas clasificaciones de ambos gru-pos de materiales, en las que los autores dividen los ma-teriales en diferentes litotipos, con comportamiento geomecánico similar

Se ha prestado más detalle al análisis de los piroclastos volcánicos de baja densidad, ya que su comportamiento me-cánico es más peculiar y causa más problemas. En trabajos de ingeniería civil y en construcción los mayores problemas con los piroclastos de baja densidad, desde el punto de vista de su comportamiento mecánico, se suelen deber a su baja capacidad portante y a su colapsabilidad, en particular cuan-do se puede producir de forma brusca. Una forma de evitar el colapso en cimentaciones es inducirlo previamente, antes de construir la estructura, utilizando compactadores de ele-vada energía (Uriel 1976)

Tal y como señalan muchos autores, la estructura de los piroclastos tienen una enorme influencia en su compor-tamiento mecánico. La macroporosidad de las muestras ensayadas en el CEDEX se analizó meticulosamente y se definieron cuatro tipos diferentes de porosidad: reticular, vacuolar, mixta y matricial.

Se han analizado en detalle curvas de tensión-deforma-ción de un gran número de ensayos de resistencia a com-presión simple, triaxial e isótropa, estudiando el tipo de comportamiento mecánico y las presiones de fluencia, bus-cando un criterio de fluencia o colapso empírico que se pu-diera ajustar a los resultados y tuviera una forma similar a la de los modelos teóricos, más complejos de ajustar.

En cuanto al comportamiento mecánico, se han obser-vado dos tipos diferentes de comportamiento en la com-presión isótropa:

  • Por una parte, las pumitas y lapilli no alterados, es decir, sin material rellenando sus macroporos, pre-sentan dos etapas de comportamiento, una primera con un módulo de deformación creciente o constan-te y una segunda con un módulo mucho menor. La presión que separa una etapa de otra es la presión isótropa de colapso y los valores obtenidos de ésta han sido de 1,09-1,54 MPa en los lapilli (LP-W) y de 0,18-0,26 MPa en las pumitas (PM-W/L).
  • Por otra parte, las pumitas y lapilli alterados, es de-cir, con porosidad matricial (PM-L-M y LP-L-M res-pectivamente), así como las cenizas, presentan un comportamiento diferente en compresión isótropa, con una primera etapa en la que el módulo aumenta, seguida de una segunda etapa en la que permanece constante, sin llegar a colapsar en ningún momento, al menos a las presiones de ensayos utilizadas (has-ta 3,5 MPa).

Por tanto, se ha encontrado que los piroclastos con po-rosidad matricial son mucho menos peligrosos ya que o bien no sufren colapso mecánico o bien éste se produce a presiones y deformaciones mucho más elevadas que los demás. Este tipo de porosidad matricial se caracteriza por la presencia de un material fino rellenado los macroporos que rodean las partículas y se ha observado en muestras de pumitas y lapilli alteradas, así como en todas las cenizas.

En cuanto al criterio de fluencia o colapso, Serrano (2012) define un modelo empírico que ajusta muy bien a los resultados de los ensayos de todas las muestras de la-pilli, pumita y cenizas ensayadas en el CEDEX, así como a datos publicados por otros autores.

Con este criterio de colapso se pueden deducir unas profundidades teóricas de terreno colapsado debido a que las tensiones internas producidas por el propio peso del te-rreno han alcanzado el valor de la presión de fluencia del material, hecho que puede ser de gran interés en relación a la excavación de obras subterráneas.

Se han indicado otros aspectos relevantes en relación al comportamiento mecánico de los piroclastos de baja den-sidad, tales como su comportamiento reológico o la in-fluencia del agua.

Aunque es una tarea complicada dada la complejidad de estos materiales volcánicos, sería muy conveniente de-finir una clasificación universal para ellos, que permitiera comparar fácilmente los resultados publicados de ensayos realizados con materiales de diferentes lugares del mundo.

6. AGRADECIMIENTOS

La autora desea agradecer al profesor Serrano, director de todos estos estudios, por compartir con ella sus amplios conocimientos e ideas sobre el comportamiento de las ro-cas volcánicas. Asimismo, desea agradecer a los demás expertos con los que ha colaborado en estos trabajos, en especial a los doctores Luis Hernández Gutiérrez -quien ha sido responsable de seleccionar y enviar todas las muestras de rocas volcánicas ensayadas en el CEDEX-, y Margarita Conde, así como a los profesores Claudio Olalla y José An-tonio Rodríguez Losada. También a Clemente Arias y José Toledo, quienes hicieron el difícil y valioso trabajo de talla-do y preparación de las muestras ensayadas de piroclastos.

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