Resumen

La cuantificación de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) asociadas a las infraestructuras de
transporte ha sido abordada por diferentes medios. Las primeras herramientas para este cometido surgieron con la aplicación de las normas ISO 14040 de Análisis de Ciclo de Vida, que particularizadas a la valoración del recurso energía, permitieron acuñar un nuevo concepto, que muchos autores han dado en denominar “Huella de Carbono”. Existe una norma específica para esta cuantificación, la norma ISO 14064, que en el caso de las infraestructuras, evalúa las emisiones ligadas a todo el ciclo de vida y los efectos ambientales referidos a una unidad de servicio, contabilizando sus sucesivas etapas: fase de construcción, explotación, mantenimiento y desmantelamiento. La clave para realizar este análisis con precisión es
seguir una metodología de cálculo de inventario de actividades, de modo que no se produzcan vacíos de información, ni tampoco solapamientos ni redundancias.
Las herramientas de cuantificación de emisiones son ya una realidad, pero se necesita de voluntad política y social, sustentada de fuertes razones económicas y del conjunto de la sociedad que reconozcan a la energía como un recurso de importancia vital, para que se desarrollen, perfeccionen, e implementen de forma sistemática como elemento decisorio clave en la elección de diferentes alternativas de transporte.